domingo, 3 de septiembre de 2017

EL CUENTO DE HADAS PORCINO DE NUNCA JAMÁS

EL CUENTO DE HADAS PORCINO DE NUNCA JAMÁS



















Lejos de la chanza o el escarnio, con gran descaro y alevosía, el infundado proyecto de El Pozo se aprobó por un consejero que creía en los cuentos de hadas. Sus técnicos, asombrados ante las maravillas de aquel relato porcino, dieron por excelsa una patraña asaz temeraria y bien sabida. Y es que a todos nos gustan los cuentos de hadas.

Creían que éramos pocos; que no nos enteraríamos. Que nos embelesarían con las mieles del empleo y la codicia. Y nos diseñaron un terra natura de cerdos condenados, de piscinas llenas de mierda y podridas, y de malolientes moscas invasoras.

Pero por escrito es una fantasía de color y almibarada. El Estudio de Impacto Ambiental y la Autorización Ambiental Integrada, géneros literarios que no se estudian en primaria, son los cuentos de hadas para adultos que se cuentan para dormir a los políticos. Y así, cuando los firman, pueden dormir tranquilos, soñando que han contribuido al bienestar y a la dicha de los pueblos.


Con este caso que nos ocupa -el Arabí y el Cerro de los Santos-, la empresa Cefu S.A., filial del Grupo Fuertes-El Pozo, habrá alcanzado una de las más notables cimas de este difícil arte del embeleco. Digna de ser enmarcada y recordada por generaciones. Pero por la necedad, el embuste y la estulticia.

Nos han vendido un cuento de hadas porcino en un fascinante mundo de nunca jamás: nunca jamás se os acabará el agua, nunca jamás se contaminarán los campos, nunca jamás habrá moscas y nunca jamás nos pasará nada... Para que nosotros también durmamos tranquilos.

Los cerdos que ellos crían cagan ambrosía y mean colonia. Las granjas huelen a vergeles florecidos. Y las piscinas de purines que ellos tienen poco más y son regalos para los sentidos. Al final del cuento, dicen que pasados 50 años pueden desmantelar el chiringuito e irse, y que la tierra quedará como al principio...

Pero la magia de un Monte nos despertó de golpe. Envió como emisaria una paloma y algo retumbó en nuestros corazones al ver aquella descomunal planicie. Y descubrimos que el cuento era ficticio.

Ahora ya sabemos y gritamos ¡Fuera! ¡Ni en el Arabí ni en la comarca! Y esta podrá ser, a partir de ahora, la comarca de un nuevo nunca jamás compartido: ¡nunca jamás se construirá una granja! ¡Nunca jamás se verterán purines! ¡Nunca jamás nos comerán las moscas! ¡Y nunca jamás olerá a mierda!

¡Por las generaciones presentes y venideras! 
¡Salvemos el Arabí y la Comarca!
¡No a la Ganadería Intensiva!

Alejandro Ortuño Ortega

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